
“Quizá nuestro dolor nos esté mostrando que necesitamos fijar un límite, que estamos yendo en dirección equivocada o quizá esté disparando un profundo proceso curativo.
Está bien sentirnos heridas, llorar, curarnos” Melody Beattie
Yo creo que fueron muchas las veces que en nuestra infancia nos habrán dicho: “No llores, no pasa nada”, “Cuando dejes de llorar te …”, «Te ves fea llorando»… Con estas frases creció en el fondo de cada una de nosotras una necesidad poco saludable que nos indica que debemos ser capaces de ser “fuertes”, reprimiendo nuestro llanto, nuestra angustia, pena, preocupación, dolor…, escondiendo nuestra vulnerabilidad y el pensar que somos capaces de soportarlo todo como “superheroínas”. Se ha creado en nosotras una especie de miedo y rechazo al dolor. Sin embargo, ya no somos niñas, somos adultas y es nuestra tarea buscar las herramientas necesarias para enfrentar nuestras penas, dolores y angustias…, sin que esto signifique escapar de ellas.
“Hoy no tenemos por qué temerle tanto al dolor. Éste no tiene por qué agobiarnos. Nos estamos volviendo bastante fuertes para manejar nuestros sentimientos cuando nos sentimos lastimadas”. Melody Beattie
A veces podemos sentir que el miedo, la angustia, la inseguridad, la tristeza nos invaden, pero no los dejamos expresar porque cuando eramos niñas quizás no nos dieron esa libertad. Es entonces que ahora como adultas nos lo hacemos a nosotras mismas, acallando a esa niña interior asustada, insegura, triste que quiere expresarse, pero ahora somos nosotras quienes no la dejamos. Aguantándonos, evadiendo, huyendo, luchando para no aceptar que somos vulnerables. Tenemos nuestros días en los que lo único que queremos es llorar, donde nos sentimos afligidas, pero no nos permitimos expresarnos con libertad.
Dejemos de escapar, abracemos lo que nos pasa. No eres una “superwoman” que puede con todo. Somos vulnerables, hay cosas que nos hacen daño, que nos agobian, que nos emocionan, que nos afectan.
Si queremos llorar, lloremos, abracemos a nuestro niña interna que se siente angustiada por algún motivo. No le demos la espalda como quizás lo hicieron otros con nosotras cuando eramos pequeñas.
No pensemos que por llorar un día, todo nuestro día se verá arruinado, no tenemos la obligación de andar con una sonrisa en la cara sabiendo que nos quebramos por dentro. Ahora con el tiempo he aprendido que el dicho que dice “Al mal tiempo buena cara”, no quiere decir que sonriamos porque sí, aunque sepamos por dentro que lo único que queremos es llorar, expresar nuestra pena o dolor…, no es esconder que nos hemos visto afectadas por algo, no significa darle la espalda a mi tristeza, a mi miedo…Para mí este dicho significa tener la capacidad de permitirte experimentar con plenitud todas tus emociones, que cuando tenemos una dificultad somos fieles a nosotras mismas permitiéndonos el regalo de sentir. Porque si lloro un día no le hará mal a nadie, menos a mí. Significa sacar un aprendizaje de nuestros momentos no tan buenos, sin que esto signifique negarme la posibilidad de sentir mi dolor, de sentirme vulnerable. Las emociones se vuelven negativas al punto de llegar a enfermarnos cuando no nos permitimos sentirlas y cuando nos desbordan de tal manera que interfieren de manera negativa en nuestra vida, por falta de herramientas para su gestión y regulación. No es lo mismo llorar un día porque me despidieron del trabajo, permitirme sentir la rabia, la decepción, la frustración que esto me pudo originar, que pasar llorando un mes por la misma situación y no poder superarlo.
“Lo único que necesitamos es que cuando sea apropiado, nos permitamos sentirnos vulnerables para sentirnos heridas y tomemos responsabilidad de nuestros sentimientos, de nuestras conductas y de lo que necesitemos hacer para cuidar de nosotras mismas. No tenemos que analizar nuestros sentimientos ni justificarlos. Necesitamos sentirlos y no dejar que controlen nuestra conducta”. Melody Beattie
El mejor regalo que podemos dar a nuestros hijos e hijas, es permitirles expresar sus sentimientos libremente sin restricciones. Cuando tengan ganas de llorar que lloren, cuando quieran reir que rían. Nuestra tarea como madres y guías es y será cobijarlos, apoyarlos, acompañarlos, sostenerlos; darles las herramientas para que puedan expresar estas emociones sin que lleguen a hacerse daño a sí mismos ni a los demás, darles las herramientas para su regulación. Ojalá llegue el día en que las frases: “No llores, no pasa nada”, “Los niños no lloran”…, y otras cuántas más queden eliminadas de nuestro vocabulario.
Que no nos de miedo que nuestros hijos nos vean llorar, no nos escondamos, si ellos ven que nosotras aceptamos estas emociones lo harán ellos también. Junto con esto expliquémosles que la gente también llora por diversos motivos y que el sentir pena, dolor, tristeza, miedo es válido. Esto les permitirá aceptar sus emociones como algo natural, algo de lo que no hay que avergonzarse. Y el día de mañana les ayudará a gestionar y regular sus emociones de manera saludable. Se permitirán sentir en plenitud, sin esconder ni rechazar lo que sienten. Aceptarse con sus miedos, aflicciones…, ser auténticos y auténticas.
Enseñémosles a ser fuertes permitiéndoles que acepten y abracen su vulnerabilidad…
“Estar en recuperación no significa ser inmune al dolor; significa aprender a cuidar amorosamente de nosotras mismas cuando nos sintamos dolidas”. Melody Beattie